lunes, 10 de junio de 2024

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO

 "Qué importantes son las emociones que nos secuestran y nos hacen perder los papeles"

Wilde obra una gran cantidad de territorios por donde se pasean sus personajes: el amor, el deseo, los orígenes, el compromiso, la hipocresía, la identidad y, sobre todo, la libertad, la suya tan estimada libertad, para poder ser quien era, y que lo llevó a la prisión al poco de escribir La importancia de llamarse Ernesto. Este sentimiento de libertad esta presente en toda la función. Y quizás la concreción más clara de esta libertad la vemos en dos de los personajes femeninos, Gwendolen y Cecily, que viven con tanta o más intensidad su vida soñada que no su vida real. ¿Dónde están los límites de cada uno de nosotros? ¿Por qué nos autocensuramos? ¿Cómo podemos llegar a ser, con plenitud, nosotros mismos?


Los cimientos de la obra, los primeros instantes, para mí siempre son decisivos y desde luego que en esta pieza no iba a ser menos. 

Desde el inicio nos recuerda la importancia de ser auténticos, aún en los tiempos que corren. 

En este ácido espectáculo impregnado de música indie, Wilde está presente en cada momento de la obra y es partícipe de esta historia loca, disparatada y divertida. Nos lanza un mensaje atemporal: "Permítete ser libre y lucha por lo que quieres ser en la vida". Quizás eso sea lo que necesitamos para continuar en este camino arduo y difícil a partes iguales, porque al final lo que prevalece es que debemos luchar por nuestra vida,    por lo que queremos llegar a hacer y ser en ella. 

La libertad del teatro nos regala momentos que aportan un toque moderno e innovador a la obra, que retrata las estrictas y conservadoras normas de la sociedad inglesa del siglo XIX con un toque de humor. 

Las emociones en el teatro son tan importantes, ya que nos secuestran y nos hacen perder los papeles, y eso es lo que ocurrió durante las casi dos horas de función. Dos horas en las que nos adentramos en un mundo de sándwiches de pepino y pastas de té, para tras bajarse el telón volver a la realidad en la que parece que nada a cambiado. 

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