CRÓNICA: PIMPINELA "NOTICIAS DEL AMOR"

 "Pimpinela conquista al público con un concierto lleno de emoción y nostalgia"

El 13 de septiembre en una noche que prometía recuerdos y emociones, el dúo argentino Pimpinela volvió a demostrar por qué es un referente ineludible de la música romántica en español. 

Mientras los hermanos Lucía y Joaquín Galán se preparaban para salir al escenario y ofrecer un recorrido por sus más de cuatro décadas de trayectoria musical. El Palacio de la Ópera, completamente lleno, respiraba ilusión antes esa cita inolvidable.

Desde los primeros compases, la energía fue contagiosa. 

La apertura del concierto estuvo marcada por uno de sus grandes clásicos "Mañana" generando que la audiencia, compuesta por varias generaciones de seguidores, se atreviera a corear cada palabra. 

La magia de Pimpinela reside precisamente en eso: su capacidad de conectar con públicos de distintas edades, transmitiendo emociones universales a través de letras que hablan de amor, desamor, verdad, reconciliación y siempre están llenas de sorpresas. 

La escenografía fue sobria pero eficaz, con un juego de luces alternando entre cálidas y frías, y pantallas que acompañaban cada interpretación sin robar protagonismo a la fuerza vocal del dúo. 

Cada canción se convirtió en un pequeño acto teatral: los hermanos Galán dramatizaban cada verso, gesticulando y actuando como narradores de historias que parecían propias del público. Este sello distintivo, que los ha caracterizado desde sus inicios, sigue intacto y perfectamente ejecutado, convirtiendo cada interpretación en una experiencia multisensorial.

Entre los temas clásicos, no faltaron éxitos como:

“A esa”, “Yo, dueña de la noche”, "¿Cómo le digo", "Fuera de mi vida" o "Nunca más" melodías que volvieron a cobrar vida con la misma entrega y pasión de antaño. Cada nota parecía susurrar recuerdos, cada palabra se transformaba en caricia, y el público, conmovido, se dejó envolver por esa magia intacta que solo el tiempo y la nostalgia saben intensificar.

Pero el repertorio también incluyó canciones más recientes, entre ellas:

"Traición", "Cuando lo veo" y "Lloro" mostrando que Pimpinela no se limita a la nostalgia: su música continúa evolucionando y resonando con los sentimientos contemporáneos. Cada interpretación fue recibida con la misma intensidad y calidez que sus clásicos, como un puente entre generaciones, recordando que el amor, el desamor y la esperanza nunca pasan de moda.

La combinación de clásicos y nuevas propuestas permitió que el concierto fuera dinámico, alternando momentos de euforia con otros de pura sensibilidad. 

Uno de los instantes más memorables ocurrió cuando la sala se iluminó con la luz de los móviles durante  "El amor no se puede olvidar" . 

La emotividad era palpable: muchos asistentes cantaban a media voz mientras las lágrimas se mezclaban con aplausos espontáneos. 

Lucía y Joaquín demostraron una vez más su capacidad de transmitir emociones puras, haciendo que cada letra cobrara vida. 

Entre canción y canción, los hermanos compartieron anécdotas, recuerdos de sus inicios y bromas que provocaban risas y aplausos, humanizando a estas leyendas de la música latina y acercándolas al público de manera íntima, a pesar de la magnitud del teatro. 

Esa cercanía, sumada a la impecable ejecución musical, los bailarines y una banda de acompañamiento sólida y profesional; consolidó un espectáculo que combinó calidad artística, con dulzura, diversión y talento puro. 

Los últimos temas fueron apoteósicos. 

"Olvídame y pega la vuelta", "Hay amores que matan", "Una estúpida más" y "Cuanto te quiero" en este punto el público coreaba cada canción como si fuera un ritual compartido. 

La noche terminó con los hermanos mirándose bonito, emocionados y regalándonos "Hermanos" seguido de un fortísimo y largo aplauso que confirmó que Pimpinela sigue siendo un referente indiscutible de la música romántica en español, capaz de emocionar tanto a quienes crecieron con sus canciones como a quienes las descubren por primera vez.

Más que un concierto, la presentación fue un testimonio del legado de los Galán: su habilidad para narrar historias con pasión y autenticidad. 

Fue una celebración de la música que no envejece, de la nostalgia que se transforma en alegría y del vínculo profundo entre artistas y público. 

Para quienes asistieron, la noche no solo fue memorable: fue un recordatorio de que la música de Pimpinela sigue viva, vibrante y emocionalmente intensa, como el primer día. Y para los que no asistieron espero poder haber transmitido una pequeña parte de todo lo vivido junto a ellos. 

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