lunes, 25 de noviembre de 2024

LOS CHICOS DEL CORO

 En 1949, el profesor sustituto Clement Mathieu (Manu Rodríguez) llega al internado “Fondo del estanque”, donde el director Rachin (Rafa Castejón) ha impuesto un régimen severo y riguroso sin lugar para la música. Mathieu, antiguo compositor sin suerte, se salta las normas para descubrir la belleza del mundo a unos jóvenes educados bajo la aspereza de la Segunda Guerra Mundial. Cuanta con la presencia de (Chus Herranz) como Violette Morhange. Completan el elenco Eva Diago, Iván Clemente, Iván Clemente, entre otros. 

Con este planteamiento y este reparto, nada puede salir mal.

Debo confesar que era mi segunda vez viendo este musical, pero estaba tan ilusionada como el primer día o incluso más. Volver a ver a los niños, encontrarme con Chus en el escenario y disfrutar de cada uno de los regalos que nos hacen los actores... Era algo que me hacía inmensamente feliz. 

Este musical es un toque de varita, un profundo homenaje a la esperanza, el deseo infinito de creer que existe gente buena, que el mundo no es tan triste y oscuro como en ocasiones parece. Los pequeños niños llenan el escenario de juegos, honestidad e inocencia. Estos nos hicieron disfrutar, nos llevaron con ellos por los rincones de FONDO DEL ESTANQUE, cantamos, reímos, lloramos y nos dejamos la vida a su lado. 

Los adultos en cambio nos regalan pureza, corazón y pasión por lo que hacen.  Todos están fascinantes, pero debo decir que hubo dos que se robaron mi corazón para siempre: 

Manu Rodríguez, él fue el encargado de devolver la ilusión a los niños y admito que hizo lo mismo conmigo. Verle rebosar ternura, alegría, amor por lo que hace y compartir lágrimas en ese último paseo por el patio de butacas... Ese momento está entre mis favoritos del viaje. 

Y Chus Herranz que dio vida a una Violette llena de verdad, talento, dulzura y corazón. Por esa mirada sostenida, por el brillo, por congelar instantes en los que me quedaría a vivir, por remar sin descanso en busca de un futuro mejor. Ella me hizo perder el miedo, sentirme un poco más valiente, me hizo volver a creer que todo tiene sentido, mientras pongamos un pedazo de corazón en ello. 

Estas almas y mentes libres son las que nos hicieron conocer la verdadera libertad. 

Admito que me pasé más de la mitad de la obra llorando desconsoladamente, pero tenía el corazón tan calentito y llenito de vida que era imposible no hacerlo. 

¿Qué decir de la puesta en escena? ¿De la música? Era impecable. Cada detalle estaba extremadamente cuidado y los cambios de escenografía eran como un baile más, un número más de la función. Había momentos en los que en un parpadear de ojos, aparecía otra estancia  y tú te preguntabas: ¿Cómo lo ha hecho?

Si tenéis la oportunidad de ver LOS CHICOS DEL CORO, no la dejéis pasar, os aseguro que no os arrepentiréis. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario