Cuando llega la noche en un pequeño rincón de alguna ciudad hay alguien que repara corazones.
Taller de corazones es una historia tierna y llena de verdad.
Qué bonito es poder disfrutar de algo tan precioso con una música increíble.
Desde que sonaron las primeras notas, se me erizó todo el cuerpo, me sentí una enanita rodeada de mucho talento.
El juego que hacen con las luces, las pausas y la intensidad de cada suspiro dieron un toque especial a esta obra.
Nunca había visto a dos actores hacer algo que parecía imposible y con una sencillez y ternura magníficas. De verdad que no hay palabras para descubrir lo bonito de esta obra.
Fue una ristra de consejos, palabras y mensajes que me hicieron comprender muchísimas cosas.
Ese día tenía que estar allí viendo esa obra, porque me hizo entender que en algún lugar hay alguien que cuando lo necesites vendrá y con un simple abrazo será capaz de curar ese corazón herido.
Ahora creo un poco mas en los duendes y en la magia, creo que en el mundo hay duendes y hadas que están ahí para devolverte la vida cuando estés a punto de desistir.
Es maravilloso ir al teatro pensando que vas a ver una cosa y luego te encuentras con otra totalmente diferente, pero es más maravilloso aún cuando la sala se llena de una luz especial y cautiva a cada persona del público.
Anabel y Naím. Fui feliz y triste a vuestro lado. (Eso es lo mejor que me podíais haber dado).